
De viaje por Ciudad de México: Un diario de viaje lleno de cultura, color y fotografía
Ciudad de México -esta deslumbrante metrópolis con sus aparentemente infinitas facetas- llevaba mucho tiempo en mi lista de viajes. Mis expectativas eran altas: una rica cultura, calles llenas de vida, una arquitectura fascinante y, lo más importante, innumerables oportunidades para hacer fotos. Y la ciudad más grande de Norteamérica no me decepcionó.

Roma y La Condesa: Donde la elegancia urbana se une al pulso creativo
Mi viaje comenzó en los distritos de Roma y La Condesa, oasis de creatividad y barrios de moda rebosantes de vida. Las calles están flanqueadas por impresionantes edificios Art Déco, encantadores cafés y exuberante vegetación. Es casi como pasear por una metrópolis europea, pero con un inconfundible toque latinoamericano.
Con mi TAMRON 28-75 mm F/2,8, estaba bien equipado para captar el paisaje, desde intrincados detalles arquitectónicos hasta instantáneas de la vida cotidiana. La mezcla de arquitectura, arte callejero y ambiente relajado de la ciudad ofrecía infinitas posibilidades fotográficas.

El "verdadero" México: Una tarde en Coyoacán
Por supuesto, también quería conocer el lado más tradicional de Ciudad de México. Mi ruta me llevó a Coyoacán, un barrio no sólo conocido por ser el hogar de Frida Kahlo, sino también por conservar su auténtico encanto.
Un domingo por la tarde, el barrio cobraba vida. Artistas callejeros, bulliciosos puestos de mercado y familias reunidas bajo la sombra de los árboles:oyoacán era una auténtica fiesta para los sentidos. Especialmente durante la hora dorada, la cálida luz proyectaba un resplandor mágico sobre las coloridas fachadas y los expresivos rostros de la gente. Gracias a la flexibilidad de mi objetivo, pude captar tanto la energía de las calles como momentos íntimos desde la distancia.

La magia de madrugar
Para mí, no hay nada mejor que explorar una ciudad mientras despierta lentamente. En las primeras horas, Ciudad de México adquiere una atmósfera única: las calles aún están tranquilas, el aire es fresco y la primera luz del día lo baña todo en suaves tonos pastel.
La gente que se dirige al trabajo, los cafés que empiezan a abrir sus puertas... estos momentos cotidianos dicen mucho sobre el ritmo de la vida local. Pude captar con mi cámara algunas de estas escenas tranquilas pero expresivas, cada una de las cuales cuenta su propia historia.

Centro Histórico: Un caleidoscopio de cultura y vida
El encanto de Ciudad de México no se limita a sus barrios de moda, también cuenta con un rico patrimonio histórico. El Centro Histórico es un vibrante mosaico de tradición y modernidad. Aquí, los hombres de negocios pasan a toda prisa, los artesanos tradicionales elaboran sus productos y los vendedores ambulantes llaman a los transeúntes.
Para mí, lo más destacado fueron los famosos mariachis de la Plaza Garibaldi. Sus elaborados trajes, relucientes instrumentos y apasionadas actuaciones fueron una experiencia inolvidable. Después de disfrutar de su música, aproveché para fotografiarlos fuera del escenario. Algunos incluso estuvieron encantados de detenerse para un retrato, una forma fantástica de conectar con los lugareños y captar sus historias a través de mi objetivo.

Mi fiel compañero: El TAMRON 28-75mm F/2.8
Mi equipo fotográfico es una parte esencial de cada viaje, y una vez más, el TAMRON 28-75mm F/2.8 demostró su valía en Ciudad de México. Su versatilidad, alta velocidad y diseño ligero lo convierten en el compañero ideal, especialmente para la fotografía callejera. Podía cambiar sin esfuerzo entre paisajes urbanos gran angular y retratos detallados sin perderme ni un momento.

Conclusión: Un viaje que se queda en el corazón
Ciudad de México es algo más que una ciudad: es un mundo en sí misma. La vibrante mezcla de tradición, modernidad, color y cultura dejó en mí una impresión duradera. Ya sea paseando por las verdes avenidas de La Condesa, experimentando la energía del centro histórico o sumergiéndose en el arte y la historia deCoyoacán, aquí hay algo que cautiva a todo el mundo.
Una cosa es segura: no será mi última visita. Y sin duda, mi objetivo TAMRON tendrá un lugar permanente en mi bolsa de la cámara para futuras aventuras.